“El voluntariado te llena el alma”

Isabel Sánchez Verdugo, humilde defensora del poder transformador del voluntariado, es pedagoga y presidenta de la Asociación Andaluza de Fibrosis Quística. Su vida es un testimonio de cómo el acto desinteresado de ayudar a las personas, puede tejer un tapiz de esperanza y de cambio en las vidas de quienes más lo necesitan.

Isabel, desde una edad temprana, comprendió el valor del servicio a los demás. Criada en un entorno donde el apoyo comunitario era esencial, aprendió desde joven el poder del compromiso y la solidaridad. Vendiendo bocadillos en partidos de fútbol y enseñando hábitos saludables a niños desfavorecidos, sembró semillas de compasión y empatía en su corazón.

Con los años, su dedicación al voluntariado siguió creciendo, incluso mientras compaginaba los estudios universitarios con las responsabilidades personales. Desde el Movimiento por la Paz hasta proyectos educativos en comunidades marginadas, nunca dejó de buscar oportunidades para hacer del mundo un lugar mejor.

Sin embargo, su verdadero desafío llegó cuando su propia familia se vio afectada por la Fibrosis Quística. En medio del dolor y la incertidumbre, en lugar de rendirse, se convirtió en un faro de esperanza para otros. Con valentía, se unió a la Asociación Andaluza de Fibrosis Quística y se dedicó a apoyar a quienes luchan contra esta dura enfermedad.

Ahora lidera con pasión y determinación como presidenta de esta entidad. A pesar de las demandas de su vida personal y profesional, nunca ha dejado de lado su compromiso con el voluntariado. Su testimonio nos recuerda que ayudar a las personas no conoce límites de tiempo ni circunstancias; siempre hay una forma de contribuir y de marcar la diferencia.

Es fácil perderse en las prisas y el estrés de la vida moderna, pero ser voluntario nos ofrece un camino de plenitud y conexión; pues como bien señala Isabel, el voluntariado no solo ofrece experiencia, sino que también llena el alma de una manera que ninguna otra actividad puede igualar, lo que nos permite desarrollarnos y crecer personalmente.

En un mundo donde la soledad y la desconexión son demasiado comunes, ser voluntario nos brinda la oportunidad de unión y de construir comunidades más fuertes y solidarias. Debemos recordar el poder que reside en nosotros para contribuir a transformar la sociedad, incluso en los momentos más difíciles.

Hagamos del voluntariado un camino hacia la construcción de un futuro mejor, un mundo más compasivo, solidario y justo para todas las personas.  Juntos, unidos, podemos contribuir con el cambio.

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